Ciudad de México.- Pese a los intensos esfuerzos de conservación y recuperación que realizan comunidades, investigadores, gobierno e iniciativa privada, las tortugas marinas siguen catalogadas como especie en peligro de extinción en todo el mundo.
Alberto Abreu Grobois, investigador del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICMyL), Unidad Académica Mazatlán de la UNAM, comentó que las tortugas son carismáticas, emblemáticas e inofensivas, realizan sus funciones sin herir a nadie. Sin embargo, por años han sido víctimas de una explotación desmedida por parte del hombre.
Hay avances en cuanto a su conocimiento y el trabajo de investigación y conservación que se lleva a cabo desde hace décadas, en particular en nuestro país. Además, la mayoría de sus poblaciones han mejorado visiblemente, pero algunas regionales aún están en situación precaria y, por lo tanto, están amenazadas.
Avances en su recuperación
A costas mexicanas llegan varias especies de quelonios: carey, golfina, laúd, prieta y lora, y utilizan diferentes hábitats como parte de su historia de vida, pero no todas presentan el mismo estado de conservación.
Algunas tienen indicios de recuperación y otras están en condición abundante. La golfina, por ejemplo, sufrió una baja considerable en las décadas de los 60 y 70, debido a la pesquería indiscriminada que llegó a extraer millones de animales, lo que la llevó al borde de la extinción.
En 1990, México declaró su veda permanente; a la fecha su población se enriquece y ya es abundante en el Pacífico y en muchas partes del mundo. Ahora “se encuentra en franca recuperación, aunque no del todo”, reconoció el experto en genética y conservación de las tortugas marinas.
Un ejemplo más es la verde del Atlántico, que llega a anidar a nuestras costas, desde Tamaulipas hasta Quintana Roo. En las últimas tres décadas su población está en una situación robusta, pero tampoco se puede considerar recuperada.
Otro lado de la moneda es la tortuga laúd, con una condición precaria debido a la interacción con pesquerías de alta mar y a una extensa extracción ilegal de huevos en playas mexicanas. “Su condición es preocupante a nivel mundial y regional”, subrayó.
Importantes para los ecosistemas marinos
Al referirse a la importancia para los ecosistemas marinos, Abreu Grobois expuso que las tortugas, como muchas otras especies, cumplen un servicio ambiental, pues contribuyen a equilibrar la población de otros organismos como medusas y esponjas de las que se alimentan, y cuya sobrepoblación representaría un riesgo para los arrecifes en los que viven.
La tortuga verde, por ejemplo, se alimenta de pastos marinos. “Corta el césped” y con ello evita el fango en cantidades perjudiciales para su hábitat; de esta manera los océanos conservan su calidad nutritiva para cientos de seres vivos, promoviendo su proliferación.
Además, su llegada a las playas para desovar promueve el traslado de minerales del océano a la superficie, y viceversa. Esta anidación también facilita su conservación, pues “al saber en dónde están podemos cuidarlas”. Está idea ha cautivado a mucha gente, que acude para realizar esta tarea.
A partir de los 90, comunidades, municipios e instituciones académicas se han enfocado a su preservación, lo que produjo una respuesta en todos los países a donde arriban.
Abreu Grobois destacó que las tortugas se han convertido en un símbolo de cambio de conciencia: “consideración por la naturaleza y demostrar que esforzándonos podemos obtener resultados positivos”.
Desde el punto de vista científico, “nos permiten compaginar la curiosidad por saber y mejorar la condición de una especie a través de la investigación. Es un campo en donde pueden compartirse experiencias con las comunidades y las culturas tradicionales que las han usado, y que ahora empiezan a comprender y saber cómo cuidar de ellas”, finalizó.
Alberto Abreu Grobois, investigador del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICMyL), Unidad Académica Mazatlán de la UNAM, comentó que las tortugas son carismáticas, emblemáticas e inofensivas, realizan sus funciones sin herir a nadie. Sin embargo, por años han sido víctimas de una explotación desmedida por parte del hombre.
Hay avances en cuanto a su conocimiento y el trabajo de investigación y conservación que se lleva a cabo desde hace décadas, en particular en nuestro país. Además, la mayoría de sus poblaciones han mejorado visiblemente, pero algunas regionales aún están en situación precaria y, por lo tanto, están amenazadas.
Avances en su recuperación
A costas mexicanas llegan varias especies de quelonios: carey, golfina, laúd, prieta y lora, y utilizan diferentes hábitats como parte de su historia de vida, pero no todas presentan el mismo estado de conservación.
Algunas tienen indicios de recuperación y otras están en condición abundante. La golfina, por ejemplo, sufrió una baja considerable en las décadas de los 60 y 70, debido a la pesquería indiscriminada que llegó a extraer millones de animales, lo que la llevó al borde de la extinción.
En 1990, México declaró su veda permanente; a la fecha su población se enriquece y ya es abundante en el Pacífico y en muchas partes del mundo. Ahora “se encuentra en franca recuperación, aunque no del todo”, reconoció el experto en genética y conservación de las tortugas marinas.
Un ejemplo más es la verde del Atlántico, que llega a anidar a nuestras costas, desde Tamaulipas hasta Quintana Roo. En las últimas tres décadas su población está en una situación robusta, pero tampoco se puede considerar recuperada.
Otro lado de la moneda es la tortuga laúd, con una condición precaria debido a la interacción con pesquerías de alta mar y a una extensa extracción ilegal de huevos en playas mexicanas. “Su condición es preocupante a nivel mundial y regional”, subrayó.
Importantes para los ecosistemas marinos
Al referirse a la importancia para los ecosistemas marinos, Abreu Grobois expuso que las tortugas, como muchas otras especies, cumplen un servicio ambiental, pues contribuyen a equilibrar la población de otros organismos como medusas y esponjas de las que se alimentan, y cuya sobrepoblación representaría un riesgo para los arrecifes en los que viven.
La tortuga verde, por ejemplo, se alimenta de pastos marinos. “Corta el césped” y con ello evita el fango en cantidades perjudiciales para su hábitat; de esta manera los océanos conservan su calidad nutritiva para cientos de seres vivos, promoviendo su proliferación.
Además, su llegada a las playas para desovar promueve el traslado de minerales del océano a la superficie, y viceversa. Esta anidación también facilita su conservación, pues “al saber en dónde están podemos cuidarlas”. Está idea ha cautivado a mucha gente, que acude para realizar esta tarea.
A partir de los 90, comunidades, municipios e instituciones académicas se han enfocado a su preservación, lo que produjo una respuesta en todos los países a donde arriban.
Abreu Grobois destacó que las tortugas se han convertido en un símbolo de cambio de conciencia: “consideración por la naturaleza y demostrar que esforzándonos podemos obtener resultados positivos”.
Desde el punto de vista científico, “nos permiten compaginar la curiosidad por saber y mejorar la condición de una especie a través de la investigación. Es un campo en donde pueden compartirse experiencias con las comunidades y las culturas tradicionales que las han usado, y que ahora empiezan a comprender y saber cómo cuidar de ellas”, finalizó.
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