Agencia MANL
México D.F.- El Barzón a través de un comunicado considera que desde las últimas semanas de 2014, el tipo de cambio del peso contra el dólar siguió un proceso de gran volatilidad. El 31 de diciembre de 2014 el tipo de cambio para solventar obligaciones en dólares en la República Mexicana, se cotizó en $14.7180 pesos por dólar; ahora, el viernes 14 de agosto se cotizó a $16.2976.
A diferencia de lo que sucedió en marzo de 2009, cuando el tipo de cambio llegó a cotizarse a $15.3142 pesos por dólar, para después fortalecerse a $11.5925 en julio de 2011, gracias a un importante ingreso de inversión extranjera, ahora no se advierte esa posibilidad. Al contrario, existe el riego de una salida de recursos adicionales a los que ya han aprovechado la política del Banco de México y del gobierno de Peña para extraer los recursos disponibles en el país e invertirlos en el exterior.
Para evaluar la situación de la economía nacional, es conveniente recordar que, a pesar del valor agregado por la manufactura automotriz, los ingresos por turismo y remesas y el bajo costo de las importaciones petroleras, en el primer trimestre de 2015 México tuvo un saldo negativo de $9,445.8 millones de dólares en su intercambio de bienes y servicios. En sus primeros nueve trimestres, en el gobierno de Peña el déficit acumulado en ese renglón sumó $66,344 millones de dólares, cifra apenas 11,000 millones inferior a la registrada en todo el sexenio de Calderón. Seguimos dependiendo del exterior.
En lo que se refiere al endeudamiento con el exterior, hasta el primer trimestre de 2015, en el gobierno de Peña la economía nacional acumula la adquisición de deuda por $81,131 millones de dólares. Sólo la deuda del sector público no bancario ya alcanzó la suma récord de $35,458 millones de dólares en los primeros nueve trimestres. A eso se deben agregar los pasivos en inversión extranjera de cartera, que ya sumaron $50,792 millones de dólares, 41% de la captada con Calderón.
Por cierto, en los Agregados Monetarios del Banco de México, el renglón de valores públicos emitidos por el Gobierno Federal en poder de extranjeros que invierten en esos instrumentos en territorio nacional hasta julio representaban $2.5 billones de pesos. No es imposible que, como sucedió en 1994, esos inversionistas decidan enviar sus dólares al exterior, impactando aún más la paridad. Si el saldo de esos valores se expresa al tipo de cambio de cada período, se observa una caída de casi $20,000 millones de dólares, ya que su saldo expresado con la paridad mensual publicada por el Banco de México, pasó de un máximo de $182,460 millones de dólares en noviembre de 2014, a sólo $160,280 millones de dólares en junio de este año. Sin duda, ese cambio en el valor en dólares, implicará una fuerte presión sobre el tipo de cambio, la cual puede volverse más intensa si la Reserva Federal de Estados Unidos comienza a aumentar sus tasas de interés de referencia.
Lo más grave es que esa situación de dependencia en la que se ha postrado a la economía nacional no ha servido para fortalecerla. Gracias a la política económica y a la permisividad de las autoridades, en los primeros nueve trimestres del gobierno de Peña los depósitos de mexicanos en bancos del exterior sumaron $51,000 millones de dólares, dato superior al registro de $48,373 millones de dólares en todo el sexenio de Calderón. A su vez, la inversión de mexicanos en el exterior alcanzó la cifra de $21,397 millones de dólares, casi 30% de la que propició Calderón.
Así, eran inevitables las presiones sobre el tipo de cambio. Más aún, cuando los flujos que alimentan la reserva internacional de divisas dejó de contar con los recursos aportados por PEMEX, que pasaron de aportar $26,697 millones de dólares en 2006, a sólo $14,335 millones en 2014. Peor aún, en los primeros siete meses de 2015 los flujos netos que entregó PEMEX a la reserva sólo sumaron $3,656 millones de dólares, en momentos en los que las operaciones que realiza el Banco de México significaron una salida de $5,244 millones de dólares, a lo que se agregan $400 millones que el gobierno federal compró en ese mismo período.
Esta dependencia de la economía nacional de las divisas generadas por el petróleo no fue considerada de manera suficiente en las “reformas estructurales”, que permiten a los funcionarios corruptos establecer contratos para que sus beneficiarios, los inversionistas extranjeros y nacionales, vendan directamente el petróleo al exterior, sin una fiscalización fuerte por parte del gobierno mexicano.
Lo que sí les “preocupó”, dicen, fue contar con recursos para mantener el gasto público. No obstante, la debilidad de la economía y la disposición de estos funcionarios de evitar que siga creciendo la deuda pública, lo ha llevado a promover el presupuesto “base cero”, que sólo será un pretexto para seguir justificando la intromisión de los grandes monopolios en todo tipo de actividades, aumentando la desigualdad y la pobreza en el país. Esta postura del gobierno federal demuestra la ausencia de una estrategia, que en lugar de frenar a la economía, debería orientarse a aprovechar la competitividad “descubierta” por Peña. De otra manera, el menor gasto sólo afectará a los sectores de menores ingresos.
Si bien es cierto que la devaluación no se ha reflejado en una escalada de precios, como era de esperar para una economía que gracias al Banco de México y de Hacienda depende del exterior para adquirir los bienes y servicios más elementales, eso sólo se debe a factores temporales. La baja en las tarifas eléctricas, que ha implicado un aumento en la debilidad de las finanzas de la Comisión Federal de Electricidad. Esa transferencia masiva de recursos del sector público al sector privado va a chocar con el presupuesto base cero. Será insostenible e insuficiente para compensar el impacto de la devaluación. A menos que realmente se modifique la estrategia.
No deja de llamar la atención que los empresarios que han empujado al país a la situación de debilidad en la que hoy nos encontramos, busquen “soluciones” acelerando las “reformas estructurales”, que provocarán un mayor daño a la economía. Lo que se debe exigir es que se identifique quienes son esos que extraen miles de millones de dólares de la economía mexicana, al mismo tiempo que promueven la venta del patrimonio nacional y el aumento de la deuda externa. Eso no puede continuar.
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